Muchos meneses y menesas acudieron el 9 de mayo a la Sala Amania de Villasana a la charla-coloquio sobre Salud Mental. El psiquiatra José María Erroteta habló de los 43 años en que ha trabajado en el Hospital Universitario de Cruces. El Doctor Erroteta recordó los 6 meses en que le tocó atender a las familias afectadas por la explosión de gas en la escuela de Ortuella que mató a 44 niños y 6 profesores. El Gobierno Vasco le propuso crear un Centro de Atención a las Víctimas en esa localidad vizcaína. Este psiquiatra dijo que el dolor provocado por la explosión creó un momento de locura generalizada en Ortuella y aquel Centro de Salud Mental que él inició ha continuado hasta hoy. Además, José María Erroteta también recordó que en el pasado no había unidades de psiquiatría en los hospitales generales sino sólo en los psiquiátricos y que afortunadamente con el tiempo él consiguió un título de psiquiatra y no de neuropsiquiatra como había antes. En aquellos años 70 y 80 lo difícil era tener una cama para ingresar a un paciente muy deprimido o muy psicótico. Sólo había camas para
enfermos crónicos pero no para enfermos agudos. Erroteta dijo que hay una preocupante falta de psiquiatras y psicólogos en los centros de Salud Mental. Además, este psiquiatra comentó que hoy día cuando alguien se siente mal se atreve a decir que está triste o fastidiado y que eso ya no es un tabú. Sin embargo, añadió que hay mucha gente que confunde el sufrimiento con una enfermedad mental y que sufrir es una condición humana normal, ya que cuando perdemos a un ser querido podemos estar fastidiados hasta un año y no hace falta acudir al médico de cabecera.
También intervino en la charla-coloquio la doctora Ana Tudanca que lleva unos 22 años como médica de cabecera en Villasana de Mena. Dijo que son doctoras como ella quienes pagan las consecuencias de la falta de psiquiatras y psicólogos. Recordó lo mal que lo pasó en los tiempos en que había muchos toxicómanos adictos a drogas como la heroína o la cocaína. Por aquel entonces tenía que hacer guardia todo el día, sin el apoyo de enfermeras y trabajando de noche y todo. Se quejó de que los médicos de cabecera son los encargados de tratar todo tipo de enfermedades como si fuesen especialistas. Y en materia de psiquiatría la doctora Tudanca dijo que es muy difícil intentar hablar con las personas que sufren ansiedad o depresión en los escasos 10 o 15 minutos que pueden atender a cada paciente. Lo que tienen que hacer es derivación pero los psiquiatras están sobresaturados. Dijo que hay ocasiones en que reciben a personas con patologías psiquiátricas y no saben que hacer, aunque les tratan lo mejor que pueden.
Batirtze Rodríguez es la coordinadora de la Asociación Pro Salud Mental de Burgos (PROSAME) en las Merindades. Recordó que han pasado 15 años desde que empezaron a trabajar en esa comarca en materia de información, orientación y asesoramiento a las personas afectadas para que no se abrumen por culpa de su diagnóstico. También informan a los familiares de los pacientes y buscan la sensibilización sobre este tema en los centros educativos. En Villarcayo, en la calle San Roque, hay un Centro de Día con diferentes actividades que provocan un desarrollo biopsicosocial de quienes acuden allí. Batirtze afirmó que la zona rural hay más gente que sufre una soledad no deseada y gracias a ese Centro de Día hay 19 personas que acuden allí habitualmente. Además, gestionan dos viviendas supervisadas con 6 plazas donde prestan toda los apoyos que necesitan a las personas que ocupan esos pisos. Trabajadoras de Prosame como Batirtze acudían a Villasana cada quince días en los años 2018 y 2019 para atender a quienes lo necesitaban. Con la pandemia aquel servicio se suspendió. Actualmente, Prosame ha instaurado el Servicio de Asistencia Personal mediante el cual acuden a los domicilios de las personas afectadas para saber si necesitan apoyo administrativo, actividades de ocio, relacionarse con su comunidad o ir a un instituto. También les echan una mano para darse un inyectable y evitar que siempre sea su familia la que asuma la gestión
asistencial. Igualmente buscan su inserción laboral. Con 2 furgonetas, las 5 personas que trabajan en Prosame pueden llegar a todos los pueblos de las Merindades a pesar de que algunos estén lejos de Villarcayo.
Otro participante en la charla-coloquio fue Vicente Martín Melchor, un criminólogo y psicólogo que es el CEO de Addendo, una empresa dedicada a promover estrategias de autoprotección y a la prevención en Salud Mental y a la búsqueda del bienestar. Promueven los primeros auxilios psicológicos para detectar señales de alerta y contener la crisis inicial. También participan en la Educación Emocional para niños, niñas y adolescentes. Igualmente organizan jornadas para familias y empresas centradas en la ansiedad, la depresión y el estrés cotidiano. Vicente Martín Melchor afirmó que su compañía da cursos de prevención del suicidio, gestión de crisis autolesivas, adicciones y Salud Mental laboral. Addendo es una institución de mediación acreditada por el Ministerio de Justicia.
También tiene un nutrido equipo de profesionales que trabajan en la formación especializada de todo tipo de colectivos: policía local, profesionales de Salud Mental y colegios. Addendo también interviene de forma activa para proteger a las mujeres que son víctimas de violencia de género.
Tomás Novales, concejal de Sanidad del Ayuntamiento del Valle de Mena, abrió la charla-coloquio diciendo que la Salud Mental es una parte fundamental de nuestra vida cotidiana, aunque a menudo pasa desapercibida. Recordó que los trastornos mentales afectan a millones de personas en todo el mundo, aunque siguen estando rodeadas de estigma y falta de comprensión. Las condiciones con las que viven esos afectados y afectadas impactan en su pensamiento, en sus emociones e influyen en su calidad de vida y bienestar.
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