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jueves, 24 de abril de 2008

MI DRAGÓN VA A ARRASARTE

Isaías Carrasco. Asesinado por ETA.
El bocadillo que un periodista nunca solía comer.
Somos animales de costumbres. Una de las mías, trabajando, consiste en comer a las tres. Aquel 7 de marzo de 2008, sin venir a cuento, me comí un bocata vegetal con mayonesa a eso de la una del mediodía, mientras remataba una información sobre 5 concejales repartiéndose una Declaración Institucional en vísperas del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer. Parecían hienas destripando un pastel de palabras. "Tú tienes tantos votos, te corresponde recitar estas líneas cual rapsoda de la igualdad; tú apenas tienes un edil, confórmate con salir en la foto."
El plano que nadie sacó. 
Pocos minutos después de la una y media del mediodía, recibí en Vitoria una llamada telefónica de la Jefatura de Informativos. "Hay que ir a Mondragón ya, ha habido un tiroteo". Apenas había una línea y media en el teletipo de Europa Press. A bordo de un taxi, a 140 por hora, la radio iba desgranando más datos. Isaías... Ismael... No, Isaías Carrasco. 42 años, 3 hijos. Ex-concejal de Mondragón hasta mayo de 2007. Trabajador en un peaje de la autopista. Militante de UGT y del PSE. La radio se demoraba en una entrevista a un pintor bilbaíno, Mikel Vázquez Eguskiza. Se la hacía una locutora que había defendido a las serpientes con hacha cuando era jóven, allá a finales de los 70. Hoy prefiere dedicarse a la Cultura... Vasca, por supuesto. A las dos de la tarde, mientras volábamos hacia el Agujero Negro de la Libertad, laboratorio de lavadoras, meca del cooperativismo y uno de los bastiones de los violentos, una periodista entrevista a Miguel Buen, uno de los barones del socialismo guipuzcoano. La locutora dice que Isaías acaba de fallecer. Luego se supo que aún no había muerto, pero qué más da anticipar la muerte 40 minutos o retrasarla 20... Se hace un silencio en la radio, otro silencio en el coche y un vacío dentro de la garganta de Miguel Buen, quien suelta un sollozo que finalmente logra ahogar para seguir hablando. Uno más. Al llegar al lugar del atentado, decidimos pedir permiso a la Jefatura de Informativos para desobedecer las órdenes previas y quedarnos en la calle Navas de Tolosa, donde fue el atentado, en vez de acudir al Hospital del Alto Deba, donde había sido llevado malherido Isaías. Allí, yo tenía que apoyar al periodista de TVE que se encargó de contar in situ lo ocurrido. Mientras, una fila de casi una decena de trípodes estaba dispuesta para informar a todas las cadenas de televisión de España de lo ocurrido en
torno a las 13:30 en aquel barrio obrero de San Andrés ("Las provincias de Extremadura son tres: Cáceres, Badajoz y San Andrés", se dice en Mondragón). En pleno fragor de la batalla mediática ("La Sexta es la primera en entrar"-vociferó uno-) un coche se paró en medio del berenjenal de cables, micros, cámaras, periodistas, técnicos y nervios. Apenas nadie se fijó en la indumentaria de un pasajero que se bajó de aquel vehículo. Nadie le sacó un plano, pese a que lo tenía. No hubo fotos de aquella escena que contemplé estupefacto. Un hombre alto, joven, espigado, vestido de revolucionario con caras ropas negras se apeó por la puerta trasera del automóvil. Al estirarse mostró con orgullo su larga y cuidada cabellera negra que casi le alcanzaba la espalda y alrededor de su cintura mostró su juguete favorito. Tal vez se había vestido para la ocasión con sus mejores galas. Es posible que eligiese aquel atuendo desde primera hora de la mañana para explicar a sus vecinos que su partido había elegido la abstención. Era el último día de campaña y había que reforzar los mensajes dirigidos a los NO votantes. A la cintura, llevaba una canana con balas de metralleta. Eran finas, afiladas y brillantes. ¿Quién quiere la próxima?, parecía decir al mundo mientras se alejaba de la Calle del Dolor con andares chulescos. Nadie le sacó un plano, ni una foto, ni los dientes de la boca...

El ex-concejal a quien no se debió dejar desprotegido.
El ex-concejal a quien no se debió dejar hablar.


La alcaldesa de Mondra pasa de puntillas de espaldas a la muerte...
Isaías Carrasco no quiso protección policial tras abandonar su puesto de concejal. Seguro que exageraban quienes pensaban que su vida corría peligro. ¿Quién iba a pegarle un tiro mientras trabajaba como cobrador en el peaje de la autopista? Jesús Carrascosa tampoco quiso protección policial tras abandonar su puesto de concejal socialista en Érmua... A las puertas del Hospital del Alto Deba, media docena de hombres iracundos esperaban de pie, con los brazos cruzados unos o vociferando su rabia otros. Los que gritaban se alejaron al ver mi micrófono y la cámara de televisión. Quedaron cuatro mirándome fijamente con sus ojos de dolor. Con cuidado, vergüenza y respeto, me puse entre ellos para buscar alguien que quisiera "convertir sus emociones en palabras" (expresión que usé como muletilla varias veces ese día). Un hombre sesentón vestido con elegancia dio un paso al frente y dijo que él no tenía inconveniente en decir lo que pensaba. Cuando puse el cortavientos azul del micrófono junto a su boca pude fijarme en las enormes bolsas que rodeaban sus ojos. Estaban frescas de haber llorado mucho en la última hora.Con autodeterminación personal, esa que tanto falta a los que piden la autodeterminación colectiva amparados en las mentiras y las pistolas, aquel buen hombre fue desvelando su condición de valiente y
Sandra, hija de Isaías.
rebelde con causa. Que se llamaba Jesús Carrascosa. Que había sido concejal. Que ya no lo era. Que era de Érmua. Que había asistido a muchos funerales por compañeros de su partido y de otros. Que no tenía miedo. Que no tenía protección policial. Que no la iba a pedir. Que no se iba a ir de Euskadi. Que nadie le tenía que decir dónde tenía que vivir ("¿Y tú donde vives?", repetía machaconamente en aquella campaña el PNV, recordando a quien no lo supiese que los vascos viven en Euskadi, no en España ni en su pueblo. Euskadi ta kitto...) Mientras le hacía la entrevista a Jesús Carrascosa, los micrófonos y teléfonos de otra veintena de medios de comunicación fueron rodeando lo que en principio había sido una conversación entre dos personas. Fue entonces cuando me acordé de su mujer o de sus hijos... Puede que al volver a casa le dijeran aquello de "¿Para qué demonios tienes que decir tú lo que piensas a los periodistas? ¿No estaban allí los que mandan en tu partido? Que hablen ellos... Te han de conocer aún más. Mira que nos metes en unos líos.... En boca cerrada no entran moscas... Cualquier día de estos nos dan un disgusto... "

Las lágrimas.
Como traficante de la información, no hay peor prueba que someter a un interrogatorio a quienes sufren. Alrededor del número 6 de la calle Navas de Tolosa, había mucho mudo, muchas personas que no sabían nada o que no querían decir nada. Mi primera víctima fue una abuelita a la que asalté sin contemplaciones. Estaba claro que no sufría demasiado, recién salida de la peluquería. Tampoco se comprometió en exceso: "me he enterado que ha pasado esto con éste, un buen chaval" y todo eso. Ella se convirtió en el primer testimonio colateral para la televisión pública. No había tiempo para seleccionar más. Había que enviar las primeras imágenes para el informativo de las 3. Después, con más tranquilidad, la pesca mejoró. Las primeras lágrimas que vi derramar provenían de unos ojos negros. Su propietaria tenía la piel tostada. Era una "conocida" de Isaías. Lloró al enterarse de la confirmación de su muerte. No lloró después, cuando me dijo lo buena gente que era Isaías. Agazapado junto a ella había un hombre minúsculo, casi sesentón, mal afeitado y con un gran bigote. A la espalda llevaba una prominente chepa que le obligaba a caminar encorvado e inclinado hacia la derecha. Me mostró su enfado por que la Ertzaintza no le dejaba entrar en su casa y tenía que ir a trabajar por la tarde. Además, pronunció unas palabras que explicaban muchas cosas: "Era de Morales de Toro, provincia de Zamora". Isaías era hijo de un inmigrante, pero nació en Mondragón, era hincha del Athletic y militaba en un partido apellidado "...de Euskadi". Pruebas insuficientes de vasquidad para decenas de miles de ciudadanos de este país.Ya a las puertas del Hospital del Alto Deba, fui el primer periodista que reconoció a una mujer que buscaba la forma de entrar sin despertar la atención de la nube de informadores que bloqueaba el acceso principal. Se llama Maixabel Lasa, Directora de Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco. ¿De víctimas o para víctimas? Aún recuerdo lo que le costaba a Íñigo Urkullu, hace una década, decir víctimas del terrorismo cuando presidió una Comisión del Parlamento Vasco dedicada a este tema. Eran los tiempos del Pacto de Lizarra. Los batasúnicos habían impuesto su Libro de Estilo: "de ahora en adelante sólo se hablará de víctimas de la violencia generada por el conflicto vasco". El marido de Maixabel, apellidado Jaúregui, fue asesinado por haber militado en el Partido Socialista y haber desempeñado un alto cargo en la Administración del Estado: gobernador civil de Guipuzcoa. En Euskadi, juntar las palabras gobernador y civil provoca una salivación extraordinaria entre las hienas de la mal llamada izquierda abertzale encargadas de repartir certificados de defunción. Maixabel se encontró con mi mirada y decidí ayudarla. Le dije quién era yo y le abrí paso por un lateral sin que ningún periodista se percatara de su llegada. También le expliqué que si quería hablar al salir, estupendo, pero que si no quería hablar, también me iba a parecer estupendo. Dentro del vestíbulo del Hospital la vi llorar junto a sus compañeros comilitones que también se desahogaban con cualquier cara amiga que aparecía por allí. Maixabel ha llorado mucho y sabe mejor que nadie que llorar con gafas es un fastidio, por mucho que sus gafas sean de diseño ultramoderno y llenas de colorines. Pasada media hora, Maixabel salió del Hospital. Allí, esperé a que dejase de hablar con las mujeres con quienes compartía sus emociones. Finalmente, se giró hacia mí y me hizo ver que quería hablar. Le expliqué que podíamos esperar un minuto o una hora hasta que estuviese calmada. Aún lloraba. Se quitó las gafas y se tomó su tiempo para desempañarlas. Se detuvo en querer limpiar una pequeña rotura que presentaba uno de los cristales. Finalmente, con los ojos rojizos y húmedos, habló clara y rotundamente.

Limpiando el camino del Lehendakari.
¿Qué hacían en el Hospital del Alto Deba Joseba Egibar, Gabriel Inclán y Juan José Ibarretxe? Joseba Egibar es el Capo de Euskadi: controlaba su negociado en plena crisis. Gabriel Inclán es el Mayoral del Cortijo Sanitario: supervisaba los uniformes de los médicos y que se le ofreciese una atención ejemplar en sus últimas horas a un "cliente de Osakidetza". Juan José Ibarretxe dice que es el Lehendakari. También lo cree una tercera parte de los vascos, los votantes del tripartito. La mitad de los vascos, esos que no pueden opinar en libertad porque votan al PSE o al PP, le responsabilizan de la situación política de EMPATE INFINITO en que se mueve Euskadi (ahora Euskal Herria). Una sexta parte de los ciudadanos le ven como el nefasto gestor del destino de tres séptimas partes de su utópico e imposible país, ese en el que meten a franceses, navarros y vascoespañoles. En esta partida de ajedrez interminable, las negras se acaban de comer un inofensivo peón. Mueven blancas. Pueden intentar huir, pero no ganarán nunca la partida porque su conciencia les impide comerse las piezas del rival. Su ventaja es la fuerza de la razón y que disponen de cientos de miles de peones en la caja para reponer a los caídos en la batalla.Pero ¿qué hacía el que dice que es Lehendakari en Mondragón? Fue a ver a la enésima víctima para inspirarse. A las cinco de la tarde tenía que hablar y le faltaban datos. Es la liturgia de la muerte en Euskadi. Te matan, la familia te llora, tu partido te monta un funeral y una manifestación de repulsa y no tienes más remedio que recibir la visita del Lehendakari. Si pudieses huir o decirle algo, Isaías, seguro que lo harías pero...Gabriel Inclán desalojó la habitación en la que estaba Isaías Carrasco rodeado de su familia para que pudiese entrar el Lehendakari. Son los privilegios del poder. Si llegas a Ajuria Enea tienes derecho a velar a solas a una víctima de ETA. Así no se le ocurre a ningún familiar ni amigo decirte a la cara lo que piensa de tu Plan soberanista, de tu Hoja de Ruta, de tu inutilidad, de tu derecho a decidir, de tu referendum y de tus lágrimas de cocodrilo. Escoltado por Inclán y Egibar, Ibarretxe se montó en su coche oficial para ir a Vitoria y preparar su discurso de la tarde. "Declaración Institucional", suele llamarse un discurso cuando lo pronuncia alguien investido de la púrpura del poder político. El Lehendakari se ha hecho experto en Declaraciones Institucionales. Son las que mejor se le dan. Ningún periodista no electo puede interpelar directamente a una Institución cuando esta DECLARA ANTE EL PAÍS. Por eso, esa es la fórmula favorita del Lehendakari: SIN PREGUNTAS. Cuando no hay respuestas, lo mejor es no permitir las preguntas.Cuando la comitiva de coches blindados del Lehendakari abandonó el Hospital del Alto Deba, Gabriel Inclán se quedó a solas con Joseba Egibar. Le soltó una chapa interminable. Seguro que se estaba colocando para la siguiente batalla de poder en el seno del PNV. "Recuerda que yo soy de los tuyos, mientras los tuyos manden..." parecía decirle Inclán a Egibar. "Espejito, espejito, ¿no soy mejor Consejero de Sanidad que Iñaki Azkuna?" le dice cada mañana Gabriel a su imagen reflejada. Cuando se cansó de hablar, Inclán se abalanzó sobre Egibar y le dio un emocionado abrazo que duró 7 segundos. El Capo del PNV, el Delfín de Arzalluz, el Guardian de las Esencias Sabinianas reaccionó con frialdad y estupefacción. No había cámaras alrededor, por lo cual no hemos podido cotejar si ese momento de pasión duró 6 u 8 segundos. Pongamos que 7. Añadamos el adverbio aproximadamente.A Juan José Ibarretxe, Lehendakari de una Tercera Parte de los Vascos, le gusta decir que en las calles de Euskadi hay un clamor en favor de ... (rellénense los puntos suspensivos con la quimera de turno). ¿Cuántos no habrá clamando en medio del Desierto Político Nacionalista Vasco una súplica, un grito lastimero?: "!!!!!!!!!!!Imaz, vuelve!!!!!!!!!!!

El futbolista que nunca debió meterse en política.
A buenas horas, mangas verdes... Una vez capado... toro. Isaías jugó en el Pedrusco. Allí emuló a sus ídolos del Athletic. ¿Qué pensaría si hubiese sabido que el minuto de silencio por su muerte en su San Mamés del alma sólo duró 17 segundos en los que los violentos se dedicaron a insultar su memoria? Sus jugadores favoritos, los once rojiblancos que ganaron aquel partido 2-0 al Valladolid escucharon el silencio desperdigados por el campo. Hay unos cuantos que son de la Fé del Águila Negra y el Jo ta ke Irabazi arte. Mientras, los pucelanos entrelazaron sus brazos frente a esos tibios futbolistas que no demostraban ninguna emoción por el vil asesinato de uno de sus hinchas.De noche, junto al Hotel Modragón, me encontré con Óscar Rodríguez Vaz, parlamentario socialista nacido en esa localidad guipuzcoana, cuya familia acabó afincándose en Vitoria. La presión de vivir enjaulado en un pueblo sin libertad no debe ser plato de buen gusto, si lo tienes que saborear cada día, cada minuto. Allí, Óscar me presentó a su padre, viejo militante de UGT. Conocí a Óscar cuando tenía unos 17 años y se enroló en las filas del Aranbizkarra, un club de barrio de Vitoria. Su principal virtud era la fuerza. Jugaba en el centro del campo y sus piernas eran capaces de sacar controlado el balón de cualquier charco, por muy embarrado que estuviese. Óscar me explicó que Isaías Carrasco había sido su entrenador en el Pedrusco.

Los carteles que nadie arrancó.
Mondragón estaba sembrado de carteles en favor de la abstención y el boicot contra las elecciones del 9 de marzo. Hasta las nueve de la noche, junto al Hotel, no vi ninguno en el suelo o arrancado.

La pancarta que a muchos insultó.
Euskal Presoak Euskal Herrira.En el Ayuntamiento de Modragón no hay una de esas pancartas con la leyenda "ETA NO". Por la tarde de aquel viernes había dos cartelones: uno en favor del acercamiento de los presos de ETA, el otro en contra de la pobreza. Bien es cierto que no estaban en el centro de la balconada de la Casa Consistorial. Se encontraban en una esquina. El Estado no quiere ni oir hablar de acercamiento mientras siga habiendo asesinatos. La culpa la tiene quien pone los muertos, por supuesto... Así es Euskal Herria. Mira para otro lado, que siempre hallarás a un responsable de tus complejos y prejuicios. Por la noche, varias personas quitaron las pancartas cuando entró en el Ayuntamiento el féretro con el cadáver de Isaías.

Teníamos más ladillos, pero nos da pereza rellenarlos de contenido:
- ¿Le cobró alguna vez Isaías la autopista a su asesino?
- La alcaldesa que descubrió que su pueblo no era suyo.
- Los mondragoneses que se sintieron libres por un día e insultaron a un lehendakari, a la alcaldesa de ANV y a los políticos del PP.
- El test sicológico que nadie le realizó a la conciencia colectiva de Arrasate.

La experiencia de resolución de conflictos que nadie empleó en Mondragón.
Sáquese a los 20.000 habitantes del pueblo durante un año, págueseles unas vacaciones-todo- incluido en una colonia de adosados en la Costa Mediterránea, que dejen de sentirse oprimidos por un paisaje salvaje, pétreo e inmisericorde, que dejen de pensar que España tiene la culpa de que la cadena del water de su casa no funcione... La mayoría se rehabilitará. Para los recalcitrantes, sigue habiendo sitio en las cárceles democráticas. Y si no hay huecos libres, se hacen más celdas. Por cemento y ladrillos no va a ser...

Los tres pendientes en la oreja izquierda de Isaías Carrasco
¿Uno por cada hijo?

La lección de Sandra Carrasco llamando a las cosas por su nombre
Un bastardo siempre será un bastardo.

Alejémonos de las Iglesias de Rouco
Los de la sotana quisieron decidir quién está legitimado para llevar el féretro de Isaias. Les molesta que lo portaran los hombros de sus compañeros. Dice Frigorífico Jiménez Losantos en esa Cope que no Cabe en España que Patxi López y Jesús Eguiguren están deslegitimados para hacerlo porque negociaron con ETA. La gran mayoría de los españoles no comulgan con ruedas de molino ni soportan la sodomía intelectual a que quiere someter a los ciudadanos la Conferencia Episcopal. Curas: el chollo se acabó, id preparándoos para una nueva desamortización. Las iglesias para quien las use. Acordaros de retejar para que esos nobles edificios levantados con el sudor del pueblo no se vengan abajo.Salud y libertad.

Los ojos y la voz de Isaías
Días después del asesinato, hay quien tiene problemas para conciliar el sueño pensando en los ojos de Isaías, mientras se debatía entre la vida y la muerte. Varios compañeros acudieron en su auxilio tras ser tiroteado y no pueden olvidar su última mirada a quienes se quedaban a este lado de la raya de la existencia.Marian Romero, su viuda, no quiere borrar de su memoria el sonido de la voz de Isaías. Esa voz que el día 7 de marzo de 2008 se despidió de ella recordándole que se iba a trabajar y que le dejaba a su cuidado a su hijo pequeño, Adei.¿Qué recuerdos de su padre pueden quedarle a ese niño de apenas 5 años?

ACTA FUNDACIONAL


Tú... ¿Dónde vives? Yo vivo en Euskizofrenia, territorio difuso de nombres diversos y fronteras cambiantes. Sus habitantes están divididos entre quienes suman, restan, multiplican y dividen. Unos intentan sumar apoyos para vivir solos en compañía de otros que también aman la soledad. Otros restan los días que les faltan para marcharse por donde habían venido o adonde dicen que hay sol y calorcito. También hay quien multiplica adhesiones a un proyecto común llamado Hpania: son los hpanioles. Por último, están los que dividen. Ponen a una persona en el dividendo, activan un explosivo en el divisor y tras la explosión los pedacitos quedan esparcidos entre el cociente y el resto.
      Antaño, Euskizofrenia tuvo otros nombres: Vasconia, Vascongadas, Basconia, Bascongadas, País Vasco, Comunidad Autónoma Vasca, Baskonia, Euzkadi, Euskadi o Euskal Herria. Sobre fronteras, mugas y límites territoriales hay mucho que hablar.
       Los que suman aseguran que Euskizofrenia se llama Euskal Herria y se compone de 7 herrialdes o territorios históricos, delimitados por un par de ríos, que desembocan en la mar, que es el morir. A saber: el Ebro y el Adour. La Historia empezó y acabó en Euskizofrenia. En el resto del planeta sólo se escriben crónicas de sucesos más o menos transcendentes.
       Los que restan ignoran todo lo que ocurre en Euskizofrenia, recrean en su entorno una reproducción de la tierra en la que nacieron y sólo viven pensando en volver por donde habían venido. Ellos dicen que viven en el País Vasco o en Euskadi. Creen que tiene tres "provincias", nombre arcaico éste donde los haya, cada vez menos utilizado. Sus padres y abuelos también se referían a las Vascongadas cuando les tocó emigrar desde Castilla, Extremadura o Andalucía.
      Los que multiplican también dicen que viven en el País Vasco o en Euskadi, pero el país que realmente les importa es Hpania. Nadie sabe lo que es, aunque está dibujado en los mapamudis con un color único que aglutina también a sitios distintos como Euskizofrenia o Cataluña/unya.
       Por último, los que dividen no tienen ninguna duda: Hpania no existe, algún día desaparecerá. Si hace falta, a base de bombas. El mundo, para ellos, empieza y acaba en Euskal Herria. Lo único que les interesa del resto de territorios del planeta son algunos parajes limítrofes de la Francia no vasca en los que refugiarse y los lugares de Hpania en los que acostumbran a colocar sus bombas.