Eliseo Gil Tres meses antes de que la Arqueología Mundial temblase de emoción Juan José Ibarretxe ante los hallazgos excepcionales en el yacimiento romano de Iruña-Veleia, un confidente me anunció en 2006 la fiesta que preparaba el Gobierno Vasco para celebrar que Álava contaba con el primer calvario de la Cristiandad (con un sonrojante RIP en vez de INRI incluido), muchas palabras escritas en euskera batua, 600 años antes de los balbuceos del vascuence y el castellano y, por si fuera poco, unos jeroglíficos creados por un presunto maestro egipcio llegado desde el Nilo para educar a los niños de la villa romana. Mi informador y yo hacíamos risas ante la casualidad de las casualidades: Euskadi era de nuevo pionera. Ibarretxe dormía entonces en Ajuria Enea y no paraba de contar a tirios y troyanos que Euskal Herria era un pueblo con 7.000 años de antigüedad. Por fin llegaba la arqueología para confirmar sus teorías. Tuvo que ser su consejera de Cultura y portavoz Miren Azkarate ...