Unas inundaciones no empiezan cuando un río se desborda. Siempre hay una primera gota de lluvia, a la que siguen otras. ¿Dónde cayó aquella gota pionera en el mes de Agosto de 1983? ¿Bilbao, Llodio, Taranco de Mena? Sólo lo sabe la tierra, que tiene memoria de elefante y guarda el recuerdo del terrón, el árbol o la brizna de hierba que se mojó en los coletazos de aquel verano. Más de 50 personas no volvieron a calarse con la lluvia nunca más. Las aguas les arrastraron, se ahogaron en pozos que no vieron, sus casas se derrumbaron encima, murieron… El Valle de Mena sufrió entonces con Vizcaya y Álava el mismo dramático destino porque los meneses compartimos la cuenca fluvial que se salió de sus cauces y de sus casillas aquella trágica noche. La naturaleza no sabe de límites provinciales. El Cadagua, el Nervión y otros ríos que iban a dar a la mar, que es el morir, se rebelaron contra sus riberas naturales y buscaron otros horizontes… En Agosto de 1983, yo era un estudiante de Periodi...