Mi hijo de once años no concibe que haya alguien capaz de matar a un elefante. Algunas manías de los adultos le defraudan profundamente. Mi deber es educarle con ejemplos positivos. Como el comportamiento de ese que se dice rey de los españoles no es nada edificante, me centraré en Patxo, el apodo de José Luis Manzanedo Ruiz, amigo y compañero en la radiotelevisión pública. Es un viajero empedernido. Al contrario que el que se dice rey de los españoles, Patxo se paga los viajes de su bolsillo y durante sus vacaciones. Ha estado en medio centenar de países, y siempre ha elegido los más exóticos, lejanos y misteriosos. Patxo y su colega “El Enterrador” estuvieron en Botswana, Namibia y Zimbabwe durante el mes de agosto de 2000. Hay un detalle que define al país: su moneda se llama “pula",
que en lengua tswana significa lluvia o agua. La fracción de la pula es el “thebe” que se traduce como gotas. En Botswana, la gente paga con gotas de agua y con lluvia. Allí no se dejan los grifos abiertos. ¿Cuántos grifos habrá en Botswana? No tenemos estadísticas al respecto, pero sabemos quienes tienen derecho a usarlos: los sátrapas locales, cazadores, reyes, turistas ricos y Aristocracia del Primer Mundo en general. Patxo y El Enterrador no fueron a Botswana a cazar sino a conocer el país. Se alojaron al lado de la residencia en la que el que se dice rey de los españoles tuvo un accidente que le fracturó la cadera. Dice Patxo que para describir aquel lugar sólo hay que recordar la película “Memorias de África”: grandes haciendas con tejados de palma, muebles coloniales y camareros de uniforme. Por allí no se ve ni rastro de ningún botswanés de a pie, que son tan negros como pobres. Nada incomoda más a un rico en viaje de placer que tener que ver la mirada hostil de un habitante local que vive en la miseria. Mi amigo y su colega no se llevaron escopetas sino cámaras de fotos.
En aquel año 2000, en el sur de África había sobrepoblación de elefantes. Cuando esto ocurre, las autoridades locales contratan a cazadores profesionales para reducir el censo por la vía más drástica: a tiros. Nada que ver con la caza por placer. Quien mata elefantes para evitar que acaben invadiendo los poblados nada tiene que ver con los cazadores de postal que pagan para que les pongan un paquidermo a unos pocos metros con el fin de poder dispararle entre ceja y ceja… Porque los elefantes tienen cejas ¿no? Nuestra presunción de europeos occidentales nos lleva a pensar que en todos los países africanos reina la corrupción, el despotismo y el caos. Sin embargo, cuando uno consulta el Índice de Percepción de la Corrupción de 2010, creado por la organización Transparency Internacional, aparece la sorpresa. España ocupa el puesto 30 entre los 178 países del mundo clasificados en ese ranking sobre transparencia. Obtenemos una nota del 6’1 sobre 10. ¡Y en el puesto número 33 está Botswana, con una nota de 5’8! Botswana se independizó de los británicos en setiembre de 1966. En 44 años se han puesto a la altura de un país que presume de haber descubierto América. Ellos llevan casi 46 años disfrutando de un régimen político distinto al nuestro. Tienen una república. Nosotros no. Tenemos un rey al que un dictador le dejó un país en herencia. Pero tampoco vamos a envidiar a los habitantes de Botswana. Son dos millones de personas sobre un territorio que es una quinta parte mayor que España. El 70 por ciento de ese país está ocupado por el desierto del Kalahari. 23 de cada cien personas tienen el virus del VIH. Pero si les damos tiempo y dinero procedente de la caza, en una década o dos serán menos corruptos y más transparentes que la monarquía parlamentaria española. Patxo y El Enterrador se pasaron su viaje sacando las fotos que ilustran este texto. Cazaron imágenes en MAUN (campamento base para todos los escopeteros), en el delta del OKAVANGO, en el río CHOBE, en GHANZI… El viaje les costó un pico y se lo pagaron todo de su bolsillo, después de haber desembolsado los correspondientes impuestos para sufragar, por ejemplo, viajes como el de ese señor que dice que es el rey de los españoles. Cuando uno va a Botswana, debe elegir entre hacer un GAME DRIVE (para sacar fotos) o un HUNTING DRIVE (para cazar “tó lo que se mueva” previo pago de su correspondiente precio). Patxo y El Enterrador pueden presumir de haber elegido correctamente. Aún recuerdan con cariño que en la localidad de GOBABIS, entre Namibia y Botswana, hay unas granjas a las que llaman HARNAS. En ellas se cuida a las crías de los animales que quedan huérfanos cuando los cazadores acaban con las vidas de sus progenitores. Si consiguen hacerse adultos con salud, intentarán devolverles a su medio natural, donde cualquier persona con dinero suficiente podrá pegarles un tiro para presumir de cornamenta.
2 comentarios:
Crees que veremos alguna vez la República de nuevo? y nuestros hijos?
Muy edificante tu artículo.
Aunque sea por nuestros nietos, hay que seguir intentando que la fuerza de la razón se imponga a la inquietante llamada de la sangre azul... Gracias por el piropo... Sígueme...
Publicar un comentario