
Cuentan que su primer empleo remunerado fue el de repartidor de tartas en los concursos radiofónicos de Radio Vitoria, razón por la cual fue apodado como “El Pasteles”. Nada que objetar a ese noble oficio de repartidor. Sin ellos, las cartas y los regalos jamás llegarían a nuestras manos.




- ¿Temen que haya más objeción fiscal en esta campaña debido a que los contribuyentes puedan expresar así su oposición contra el uso que el Ejército está dando a nuestro dinero en la guerra de Irak?
- Señor Zárate: ¿ha tenido usted la oportunidad de hablar con su compañero en el gobierno foral Alfredo Marco Tabar, después de que este asistiese a un acto público en contra de la guerra de Irak?
Este fue uno de esos casos en que las preguntas son mucho mejores que las respuestas. Titubeantes, Zárate y Barrasa se dedicaron a echar balones fuera. No se lo esperaban… Ángel Barrasa se dedicó, eso sí, a explicarme las diferencias entre objeción fiscal y objeción de conciencia. Le expliqué que las conocía ya que yo mismo había sido objetor de conciencia…
A las doce del mediodía del 4 de abril de 2003, el jefe de informativos de la televisión pública donde trabajaba y aún trabajo me llamó para decirme que el director del centro territorial en Euskadi se iba a desplazar desde Bilbao para reunirse conmigo en la corresponsalía de Vitoria. “Genial”, respondí. Pensé que tenía que ver con las preguntas que había hecho en la rueda de prensa de Juan Antonio Zárate y también con las que le había formulado al entonces alcalde de Vitoria, Alfonso Alonso, sobre el mismo tema de la guerra de Irak. Me equivoqué… Por lo que sé, en el Ayuntamiento nadie se quejó de que un periodista cumpliese con su deber de preguntar…
Mi director utilizó en todo momento un tono conciliador para lanzar mensajes como éste: “Cuando das cariño, te dan cariño… Si das odio… Yo podía venir aquí a decirte esto, esto, esto y esto, pero aquí me ves en un tono dialogante…” Añadió que abajo, en el coche, tenía la cinta de vídeo de la rueda de prensa de Zárate que le habían facilitado desde la Diputación, me repitió textualmente algunas de mis preguntas y me recriminó porque decía que en mi indumentaria aparecía una pegatina con el lema “NO A LA GUERRA”, que iba en contra de una circular interna que distribuyó la dirección de la televisión pública en la que trabajo para evitar que el personal llevase dichas pegatinas en actos públicos mientras trabajaban. Sólo tuve que corregirle en uno de sus datos: la pegatina no estaba sobre mi ropa sino adherida a mi agenda de trabajo, que estuvo encima de la mesa de la sala de prensa de la Diputación Foral de Álava. Después, mi director me habló sobre mi grado de satisfacción en mi trabajo… En un momento dado, me pidió colaboración y yo lo prometí obediencia. Después, hizo algunos comentarios sobre los buenos resultados que sacaría el PP en las elecciones municipales y forales que se avecinaban. Añadió que, en aquel momento, en el mundo había unos 30 conflictos armados. Repuse que España sólo apoyaba uno. Antes de irse de la corresponsalía, le prometí que algún día le dedicaría uno de mis cuentos. Ya lo tengo escrito, pero aún no se lo he entregado. Todo se andará…
Javier de Andrés Guerra, periodista censor… El tiempo nos dio la razón a quienes clamábamos contra aquel conflicto armado injusto al que nos condujeron las mentiras de Bush avaladas por Aznar. En 2003 y ahora decíamos y seguimos diciendo No a la Guerra y Sí a la Verdad.
Salud y suerte en tu nuevo cargo, Javier…

Comentarios
Valnera: ¿Crees que las guerras de Irak y de Libia se parecen en algo? Creo que sólo en la codicia que despiertan en el mal llamado "Mundo Libre" sus riquísimos pozos de petróleo y gas. Sin embargo, no me he sentido mentido por el triste gobierno de ZP al explicar las razones de nuestra intervención. Tras ella, los aviones de Gaddafi dejaron de bombardear a la población civil. Lo lamentable es que tanto Sadam como Gaddafi dejaron de ser "nuestro hijo de puta" de la noche a la mañana para convertirse en sátrapas asesinables. El mundo es una mierda pinchada en un palo. ¿Relanzar? No me quedan muchas ganas de relanzar ningún movimiento rebelde. Con describir lo que veo, me conformo. Y soy consciente de la omnipresencia de mis prejuicios. Cada día los reconozco mejor, pero no dejan de tamizar todo aquello que escribo...